lunes, 3 de enero de 2011

La culona y el año nuevo


Esta vez, el año nuevo me pegó duro. El 31 llegué a Villa Gesell para recibir el 2011 en la playa, cerca del mar. ¡Qué lindo! ¿No? Un pequeño descanso robado al trabajo que el lunes me esperaba celoso. La costa estaba hermosa. Un clima soñado, casi nada de viento en la playa, el mar con las suficientes olas como para barrenar sin ser revolcada. Nada podía empañar ese momento y de hecho, nada lo hizo.
La hostería en la que me hospedaba quedaba a dos cuadras de la playa. Me puse la bikini, las ojotas, unas bermudas que me habían quedado del verano pasado, una musculosa y con el pareo estampado de las veredas de Copacabana al hombro, partí.
Cuando llegué a la playa había poca gente. Extendí mi "canga" como le decimos los habitues de las playas brasileñas a los pareos, calculé que mi cuerpo coincidiera con mi sombra para que el sol me diera equitativamente en todo el cuerpo y me senté.
Disfruté una hora de playa. Me metí al agua, me sequé, me volví a meter, barrené algunas olas que amenazaron con robarme la bikini. Tomé sol de frente, al dorso y me volví a meter al agua hasta que dieron las 11 de la mañana, horario nefasto para mi blanca piel.
Me levanté, me puse el pareo, hice un bollo con la ropa, me puse las ojotas y volví a la hostería. Llegué a la habitación apurada, con ganas de bañarme y sacarme la sal que empezaba a endurecer mi cuerpo. Me miré en el espejo del cuarto y me di cuenta de que además de ser culona, era una culona deteriorada. Se me había caído el culo por completo. Y esta vez no era joda. Ser culona es difícil. Pero ser culona en estado de abandono es imperdonable.
Comencé a sacar cuentas del tiempo que no hacía actividad física y llegué a la conclusión de que en un año y tres meses un terremoto, tsunami, granizo y las siete plagas de Egipto habían pasado por mi culo y lo habían destruído.
Ayer volví de la costa con el objetivo casi obsesivo de hacer algo por este culo que tan orgullosamente he llevado desde mi infancia y que hoy me pide ayuda.
¿Pero qué puedo hacer al respecto? Me faltan doce días para mis vacaciones planeadas en la costa. Es decir, tengo que volver a ponerme la bikini. Una de las opciones es cambiar de plan e irme a Europa, y pasar un invierno nevado. Pero la playa me tira, además, ya tengo todo planeado...
Entonces me decidí hacer un "Culo emergency" que consiste en salir a correr, tomar sol un ratito todos los días (una nalga bronceada es mejor que una blanca) y cenar frutas.
Vamos a ver cómo resulta...

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